El pasado 7 de abril se celebró el Día Mundial de la Salud respaldado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y cuyo objetivo central es impulsar la implementación de la Cobertura Sanitaria Universal (CSU), meta que en términos absolutos se ve aún muy lejana.
Aunque es un tema recurrente, vale la pena aclarar que la CSU es la posibilidad real para que cualquier persona, sin importar su condición social, raza, etnia o género, tenga acceso irrestricto y oportuno a los servicios de salud que requiera, sin que para ello tenga que pasar penurias económicas, condenarse a la pobreza o tener que elegir entre una buena salud o la cobertura de otras necesidades primarias.
Para poner en contexto la acuciante necesidad de alcanzar en el menor tiempo posible una verdadera Cobertura Sanitaria Universal, la OMS informa que al menos la mitad de la población mundial no recibe los servicios sanitarios más elementales, entendiendo con ello, el diagnóstico, atención y cuidado de las principales causas de morbilidad y mortalidad de su país o zona de residencia, ni la garantía de que esos servicios tengan la calidad suficiente para mejorar la salud de quienes los reciben.
La OMS acota que una condición inalienable para que los servicios de salud sean verdaderamente universales, es la de abandonar los sistemas de salud concebidos en torno a las enfermedades y las instituciones, a cambio de unos sistemas sanitarios concebidos y orientados en función de y para las personas.
Otros datos de relevancia con respecto al tema son los siguientes:
- Alrededor de 100 millones de personas viven en pobreza extrema con solo $1.90 U.S.D. diarios (o menos), al tener que pagar los servicios de salud con sus exiguos recursos.
- Más de 800 millones de personas (casi el 12% de la población mundial) gastan al menos el 10% de su presupuesto familiar en salud (atención médica, tratamientos, estudios y fármacos) para sí mismos u otros familiares enfermos, incidiendo en lo que se denomina “gastos catastróficos”, considerado un problema global.
“Los países que invierten en la CSU realizan una importante inversión en su capital humano. En los últimos decenios, la CSU ha surgido como una estrategia clave para avanzar hacia la consecución de otros objetivos relacionados con la salud y de desarrollo más amplios”. Organización Mundial de la Salud.
Si bien es cierto que es imposible para cualquier país (sin importar su nivel de ingresos) incluir en la CSU todas las posibles intervenciones sanitarias, es indispensable garantizar un conjunto de servicios mínimos de salud, buscando ampliar progresivamente la cobertura de los mismos servicios y la protección financiera.
Es esencial aclarar que la CSU va más allá de los tratamientos médicos para las personas, ya que en ella también es necesario incluir otras acciones sanitarias, como las campañas informativo-educativas-preventivas sobre salud pública, añadir flúor al agua o controlar los lugares de cría de los mosquitos que transportan virus que pueden causar enfermedades.
La CSU no trata únicamente de la atención sanitaria y la financiación del sistema de salud de un país. Abarca todos los componentes del sistema de salud: los sistemas y los prestadores de atención sanitaria que ofrecen esos servicios, los centros de salud y las redes de comunicación, las tecnologías sanitarias, los sistemas de información y los mecanismos de garantía de la calidad, por mencionar algunos de ellos.
Cerramos esta nota con unas palabras del Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS sobre la CSU: “Me oirán decir una y otra vez que, en última instancia, la cobertura sanitaria universal es una opción política. Requiere visión, valor y un planteamiento a largo plazo. Pero la recompensa es un mundo más seguro, justo y sano para todos”.