Uno de los grandes temas que hemos abordado consistente y ampliamente en nuestra revista es el grave problema sanitario y financiero que acarrea la creciente y preocupante resistencia de las bacterias frente a las opciones antibióticas con las que actualmente cuentan los médicos.
La fuerte resistencia bacteriana actual es mayormente responsabilidad nuestra, como consecuencia del inadecuado uso de estos fármacos, los que sin duda alguna y desde el descubrimiento de la penicilina en 1928 por el científico británico Alexander Fleming (Darvel, Escocia; 6 de agosto de 1881 – Londres, Inglaterra; 11 de marzo de 1955), cambiaron el curso de la especie humana, ampliando sus límites y calidad de manera insospechada.
Alexander Fleming recibió en 1945 el Premio Nobel en Fisiología o Medicina junto con los científicos Ernst Boris Chain y Howard Walter Florey, por la creación de un método para producir el fármaco masivamente.
Es tan preocupante la gran capacidad defensiva que han desarrollado progresivamente las bacterias contra los antibióticos y tan limitados los avances realizados hasta el momento por los investigadores para el descubrimiento de fármacos más potentes, que múltiples organismos sanitarios, de comercio internacionales y locales han desarrollado iniciativas para impulsar la búsqueda de nuevas opciones terapéuticas, racionalizar su uso además de documentar lo que ocurre, a fin de instrumentar medidas de contención que permitan a los especialistas y organismos de salud y a la humanidad en su conjunto, frenar una potencial concatenación de fallecimientos por causas infecciosas no controladas.
A este respecto, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), encabezada por el Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS) desarrolló y presentó el Plan Universitario de Control de la Resistencia Antimicrobiana (PUCRA), a través del que diversas entidades y disciplinas sumarán talentos y capacidades para elaborar una propuesta de políticas públicas orientada al control de los antibióticos.
Es interesante constatar que del 100% de los antibióticos comercializados, solamente el 30% de ellos se utilizan en seres humanos, quedando el 70% restante bajo el uso de la industria agropecuaria, la que en algunos casos los utiliza, para engordar con mayor rapidez al ganado o evitar que enfermen y mueran peces en las granjas acuícolas, a pesar de que existen otras opciones que ofrecen los mismos.
“La agroindustria considera que si no utiliza estos promotores del crecimiento podrían disminuir sus ganancias; no obstante, hay opciones para mantener el ritmo de producción, sin embargo requiere inversiones”. Dr. Samuel Ponce de León Rosales, Coordinador del Programa Universitario de Investigación en Salud.
Vale la pena anotar que después del uso directo en humanos y animales, los antibióticos desechados llegan a los mantos freáticos y caudales de agua, poniéndose en contacto con diversas bacterias, las que tienen oportunidad de desarrollar mayores y más eficaces mecanismos de defensa contras los fármacos.
Buscando establecer una base de datos funcional, el PUCRA estableció el Laboratorio de Vigilancia de la Resistencia Antimicrobiana, integrado por 16 hospitales e institutos nacionales de salud, los que informarán constantemente el estado de sensibilidad y resistencia microbiana a los antibióticos. A este plan se sumarán entidades del área de humanidades que colaborarán en la elaboración de la propuesta, como la Facultad de Psicología y el Instituto de Investigaciones Jurídicas, entre otras.
“Un estudio encargado por el gobierno británico concluye que, si no se desarrollan nuevos antibióticos que sustituyan a los que han perdido eficacia contra las bacterias, para 2050 morirán alrededor de 10 millones de personas al año en el mundo como consecuencia de las infecciones bacterianas, lo que conducirá, además de una lamentable pérdida de vidas humanas, a la afectación negativa de entre el 2% y el 3.5% (unos 100 billones de dólares) del PIB mundial”.
Adicionalmente, el Laboratorio de Vigilancia de la Resistencia Antimicrobiana compartirá con la Universidad Nacional aquellas cepas que presenten características particulares de resistencia, las que serán estudiadas por investigadores de la Facultad de Química, el Instituto de Química, el Instituto de Investigaciones Biomédicas y la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia.
Una de las líneas de trabajo destaca la importancia de conseguir que los estudios en esta materia sean considerados como una prioridad nacional y financiados por instancias federales, lo que daría un mayor impulso a la iniciativa.
Fuentes:
Gaceta UNAM.
Plan universitario contra la resistencia bacteriana.
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
TACKLING ANTIMICROBIAL RESISTANCE ENSURING SUSTAINABLE R&D.
Organización Mundial de la Salud.
Sistema Mundial de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos (GLASS).