Los países de ingresos bajos y medios dependen en gran medida de la importación de medicamentos esenciales para solventar sus necesidades de salud pública; producción que se concentra en unos pocos países y regiones
Entre los múltiples aprendizajes que nos dejó la pandemia de COVID-19, y que idealmente deberíamos solucionar en el menor tiempo posible, está la limitada, y en ocasiones inexistente, capacidad para la producción local de medicamentos esenciales que tiene la mayoría de los países de ingresos bajos y medianos (LMIC, por sus siglas en inglés), e incluso regiones geográficas completas, imponiéndoles una peligrosa dependencia con los países que los desarrollan y/o los manufacturan, para tratar de acceder con oportunidad y en cantidades suficientes a muchos de los productos médicos esenciales, cuyo caso más evidente fue el de las vacunas desarrolladas para evitar el contagio del SARS-CoV-2, las que no llegaron con la misma celeridad, oportunidad, ni cantidad que muchas naciones necesitaban con extrema urgencia.
Esta grave dependencia tecnológica evidenció nuevamente el enorme abismo que separa a las naciones de ingresos altos de las de medios y bajos, que se profundizó aún más por la vulnerabilidad de las cadenas de suministro globales, las cuales se quedaron cortas para paliar la explosiva demanda de algunos productos, y que durante un periodo se enfocaron en satisfacer las demandas de sus compradores más grandes y solventes.
En este contexto, y entendiendo que los productos biológicos, como las vacunas y los anticuerpos monoclonales, son algunos de los elementos sanitarios esenciales que nos ayudarán a enfrentar los desafíos sanitarios globales actuales y futuros, pero sabiendo también que con el actual modelo de desarrollo económico y la enorme dependencia tecnológica y de producción que mantienen las naciones LMIC en relación con las de ingresos elevados, aunados a los dispares niveles de desarrollo económico y social que hay entre ellas, es impostergable la necesidad de encontrar e implementar acciones que impulsen la limitada capacidad para la biofabricación en los LMIC, a la par de solventar la escasez de mano de obra calificada indispensable para hacerlo.
Buscando ayudar a paliar estas graves desigualdades, la OMS emprendió la Iniciativa de Formación de la Fuerza Laboral de Biomanufactura, cuya coordinación esta a cargo de la Unidad de Producción y Asistencia Local (LPA), en nombre de la División de Acceso a Medicamentos y Productos Sanitarios (MHP) de la OMS, en colaboración con la Academia de la OMS y la División de Ciencias de la OMS.
La Iniciativa de Formación de la Fuerza Laboral de Biomanufactura de la OMS tiene como objetivo mejorar las capacidades de bioproducción en los LMIC, proporcionando programas de capacitación accesibles y personalizados, alineados con los estándares de la OMS y las normas internacionales, adaptados a las necesidades cambiantes del sector de la bioproducción, que se soporta en tres pilares: 1. las actividades de creación de capacidad existentes dentro de la OMS, 2. el Centro Mundial de Capacitación para la Biofabricación y 3. los centros de formación regionales.
Vale la pena mencionar que los programas de creación de capacidad de la OMS han tenido éxito en la prestación de asistencia técnica innovadora focalizada en las necesidades de los fabricantes de los Estados miembros, los que pueden acceder a sesiones de capacitación virtual y práctica utilizando escenarios de la vida real con el objetivo de promover una producción local sostenible y de calidad, y que incorporan:
- Maratones anuales de entrenamiento virtuales de cGMP para la fabricación de vacunas.
- La Semana de la Calidad y otras capacitaciones de CMC sobre vacunas y otros productos médicos.
- Talleres regionales de formación holística sobre los principales facilitadores de la producción local sostenible.
En este ámbito, vale la pena recordar el XVIII Encuentro Internacional de Farmacovigilancia de las Américas, realizado en la Ciudad de México en octubre del año pasado, en el que se enfatizó la importancia de la armonización regional de los estándares para el establecimiento y cumplimiento de una farmacovigilancia funcional, pero también para impulsar una menor dependencia en las capacidades de producción de medicamentos, lo que el doctor Jarbas Barbosa, Director General de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), expresó de la siguiente forma: “La integración regional requiere de una visión compartida y una disposición clara de los diversos actores para promover el fortalecimiento de los sistemas regulatorios. Solo así se podrá minimizar los obstáculos y potenciar la cooperación regional con miras a asegurar el acceso equitativo a tecnologías sanitarias de calidad”
Con estas acciones, y otras más de las que hemos hablado de manera general en esta nota, la OMS colabora con los países miembros de la organización, particularmente los de ingresos bajos y medios, buscando emparejar las capacidades que les permitan enfrentar con mejores capacidades los retos que estén por venir.
Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF
Fuentes:
Organización Mundial de la Salud. (15 de febrero de 2024).
WHO Launched the WHO Biomanufacturing Workforce Training Initiative to Strengthen Global Health Resilience
Organización Mundial de la Salud. (s.f.).
Iniciativa de Formación de la Fuerza Laboral de Biofabricación
Organización Mundial de la Salud. (S.f.).
Regulation and Prequalification
códigoF. (30 de octubre de 2023).
Indispensable la colaboración regional para reducir la dependencia en la importación de suministros médicos