Los electrodos estimulan áreas cerebrales específicas para conseguir que la levodopa endógena, sustancia química que tiene el paciente de manera natural en el cerebro, se sume a la acción de otros medicamentos contra el Parkinson.
Un equipo de neurocirujanos pertenecientes a la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) Dr. Antonio Fraga Mouret del Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional La Raza del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), liderados por el doctor Carlos Raúl Rangel Morales, ofrece a un perfil particular de pacientes diagnosticados con Parkinson, la oportunidad de vivir entre 15 y 20 años sin síntomas, a través de la realización de un procedimiento denominado estimulación cerebral profunda, lo que sin lugar a dudas es un logro extraordinario.
El innovador procedimiento lo llevan realizando con éxito desde hace ya cuatro años, y entre los criterios de cumplimiento indispensable para la elegibilidad de los candidatos al mismo se encuentran: tener una evolución de cinco años con la enfermedad, presentar síntomas de rigidez, lentitud motora, temblor e inestabilidad postural, complicaciones motoras de difícil control, y superar una serie de pruebas neuropsicológicas y psiquiátricas para descartar cualquier otra enfermedad que sea criterio de exclusión, como podría ser una depresión profunda.
“Este es un procedimiento que aunque no cura la enfermedad, le permite al paciente vivir sin los síntomas y signos de 15 hasta 20 años, lo único que se van a cambiar son las baterías cuya duración es de dos a cinco años dependiendo la intensidad con la que se programe el sistema”. Doctor Carlos Raúl Rangel Morales.
De acuerdo con información proporcionada por el doctor Rangel Morales, la estimulación cerebral profunda se realiza en dos tiempos quirúrgicos: el primer paso se realiza con el paciente despierto, y durante el procedimiento se le coloca un marco de estereotaxia craneal (dispositivo metálico que se coloca en torno al cráneo de un paciente que va a someterse a una operación de neurocirugía), para colocar de manera precisa y exacta el estimulador en los núcleos cerebrales profundos. El segundo paso se realiza al siguiente día con el paciente bajo anestesia general, y en él se le colocan los estimuladores o baterías por debajo de la clavícula, las que se conectan alámbricamente a los electrodos implantados en el cerebro.
Después de haberse completado el procedimiento, la persona permanece 24 horas en observación y, de no presentar complicaciones, es enviado a su domicilio con el dispositivo (similar a un marcapasos) apagado durante un mes, tiempo que una vez transcurrido permitirá iniciarlo, para regular la respuesta a la estimulación cerebral.
Es necesario aclarar que la realización del procedimiento no exime a los pacientes de continuar con su tratamiento farmacológico para el Parkinson, porque no es una cura, aunque definitivamente mejora sustancialmente su calidad de vida. Abundando en el tema, la doctora Leticia Martha Hernández Juárez, jefa del Servicio de Neurología de la UMAE, declaró: “Después de la cirugía es como volver a resetear al paciente para que tenga buena respuesta al tratamiento, mejore su motricidad y su estado de ánimo al sentirse una persona nueva, con más posibilidades de salir adelante, regresar a sus actividades cotidianas. De ahí la importancia de ofrecer este procedimiento a pacientes con esta enfermedad”.
Vale la pena comentarles que la estimulación cerebral profunda, además del Parkinson, se utiliza en las siguientes afecciones: temblor esencial, distonía, epilepsia y trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Actualmente se está evaluando su aplicación para el tratamiento del Síndrome de Tourette, la enfermedad de corea y de Huntington, el dolor crónico y la cefalea en racimos.
El procedimiento se realiza en el IMSS desde 2018, y hasta el momento ha beneficiado a 15 pacientes.