El 29 de noviembre del año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicó los resultados de un informe elaborado por diversas instancias sanitarias globales, las que pusieron una señal de alerta como consecuencia del incremento de los brotes de de sarampión reportados durante 2017, los que desgraciadamente ocasionaron la muerte de aproximadamente 110 mil personas.
“El sarampión es una enfermedad infecciosa exantemática (erupción cutánea generalizada de morfología, extensión y distribución variable que aparece como manifestación clínica de una enfermedad sistémica de etiología diversa) como la rubeola o la varicela, frecuente, especialmente en niños, causada por un virus, específicamente de la familia paramyxoviridae del género Morbillivirus. Se caracteriza por las típicas manchas en la piel de color rojo (exantema), así como la fiebre y un estado general debilitado. Si se presentan complicaciones, el sarampión puede causar inflamación en los pulmones y en el cerebro que amenazan la vida del paciente”.
El incremento en el repunte de la enfermedad, cuyos casos tuvieron mayor intensidad y duración, está relacionado con el abandono progresivo de las prácticas de vacunación, lo que ha provocado un incremento de los casos reportados mayor al 30% desde 2016.
Es por ello fundamental destacar la actividad vacunal, debido a que las estimaciones realizadas por los especialistas sobre las tendencias del sarampión en los últimos 17 años, muestran que desde el año 2000 se han salvado más de 21 millones de vidas gracias a la vacunación contra esta enfermedad.
“El resurgimiento del sarampión es motivo de gran preocupación, ya que se han producido brotes en todas las regiones, en particular en países que habían logrado eliminarlo o estado cerca de conseguirlo. Sin medidas urgentes para aumentar la cobertura vacunal e identificar poblaciones con niveles inaceptables de niños infra-inmunizados o no inmunizados, corremos el riesgo de perder décadas de progreso en la protección de los niños y las comunidades contra esta enfermedad devastadora, pero totalmente prevenible»”. Dra. Soumya Swaminathan, Directora General Adjunta de la OMS para Programas.
La vacuna contra el sarampión, de la que se deben aplicar dos dosis, de las cuales, la primera aplicación está estancada en su cobertura mundial en un 85%, 10% por debajo de la tasa necesaria para prevenir los brotes y la segunda se sitúa en el 67%, lo que provoca que muchas personas se vuelvan vulnerables frente a la enfermedad, transformándose en focos de contagio exponencial, poniendo en riesgo los alcances obtenidos durante décadas de intenso trabajo preventivo.
“El incremento de los casos de sarampión es muy preocupante, pero no sorprendente. La complacencia con respecto a la enfermedad y la propagación de falsedades sobre la vacuna en Europa, el colapso del sistema de salud en Venezuela, las bolsas de fragilidad y la baja cobertura vacunal en África se combinan para provocar un resurgimiento mundial del sarampión después de años de avances. Las estrategias existentes deben cambiar. Es necesario un mayor esfuerzo para aumentar la cobertura de la vacunación sistemática y fortalecer los sistemas de salud, de lo contrario tendremos que seguir luchando contra un brote tras otro”. Dr. Seth Berkley, Director General de Gavi, la Alianza para las Vacunas.
Es por ello que los organismos sanitarios internacionales insistan en la urgente necesidad de impulsar, con recursos humanos y financieros suficientes, las campañas, sistemas y acciones para fortalecer los servicios de vacunación sistemática, poniendo especial atención en los países de ingresos bajos, medianos y dentro de ellos los segmentos poblacionales más pobres o marginados, considerando además, a las personas afectadas por conflictos y migraciones.
Muchas de las personas que no vacunan a sus hijos lo hacen atemorizadas por rumores infundados y argumentos que han sido identificados como tendenciosos, además de claramente fraudulentos, los que aseguran que la vacuna triple viral (sarampión, paperas y rubéola), puede causar autismo.
Es por ello que cerraremos este artículo asegurandoles que los estudios masivos realizados globalmente durante años y con metodologías de alta confiabilidad nunca han encontrado conexión alguna entre la vacuna triple viral y el autismo.