El desarrollo de vacunas y otros medicamentos basados en ARNm se ve seriamente comprometido al suspenderse 500 millones de dólares en financiamiento para su investigación

Era de esperarse que la declarada animadversión por las vacunas históricamente documentada de Robert F. Kennedy Jr., Secretario de Salud y Servicios Humanos del gobierno de Donald Trump, lo seguiría llevando a tomar más decisiones basadas en sus creencias, no en evidencias científicas.

Con un golpe de autoridad, que sin lugar a dudas dañará gravemente el futuro sanitario de los EE. UU. –y paralelamente el de la humanidad– y cuyas consecuencias se contarán a futuro con un gran número de muertes anticipadas que podrían haber sido evitadas, Robert F. Kennedy Jr. canceló fondos por 500 millones de dólares, previamente asignados a la investigación para el desarrollo de fármacos basados en ARN mensajero.

Habrá quien piense que los dos primeros párrafos de esta nota son agoreros, pero en realidad reflejan la enorme preocupación que priva en los ámbitos de la ciencia, la investigación, las acciones humanitarias, las finanzas y la salud por las decisiones unilaterales tomadas por Robert F. Kennedy Jr., quien, poniendo oídos sordos a las voces de miles de científicos, investigadores y médicos, y a la sólida evidencia histórica que demuestra la seguridad y eficacia de las vacunas basadas en ARNm para prevenir enfermedades –como el covid-19, por ejemplo–, retiró los recursos financieros de 22 proyectos de investigación, abandonándolos en el limbo.

Vale la pena recordar, sin embargo, que este no es el primer embate de Kennedy Jr. en contra de la salud, ya que a esta decisión la anteceden, entre otras más, la de poner fin a las recomendaciones para vacunarse contra el covid-19 a embarazadas y menores; la destitución de los 17 miembros del comité científico que asesoraba a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sobre el uso de vacunas, y su negativa a impulsar la inmunización obligatoria contra el sarampión; entre otras acciones depredadoras más.

Lo cierto es que la decisión de este político antivacunas, argumentando que “los datos (sin especificar cuales) muestran que estas vacunas (basadas en ARNm) no protegen eficazmente contra infecciones de las vías respiratorias superiores como la Covid-19, y la gripe”, se estrella contra la evidencia científica que demostró que gracias a estas vacunas se pudo contener, desacelerar y finalmente derrotar a la cruenta pandemia de covid-19, evitando que millones más de personas murieran.

En este contexto, rebatiendo la postura de Kennedy Jr, y en general la asumida por todos los movimientos antivacunas, es necesario recordar las conclusiones del estudio publicado en 23 de junio del 2022 en la revista The Lancet, con el título: “Global impact of the first year of COVID-19 vaccination: a mathematical modelling study”, realizado por un grupo de especialistas del Colegio Imperial de Londres, quienes aseguran que, sin el oportuno desarrollo, fabricación, distribución y aplicación de las diferentes vacunas, particularmente las de ARNm, el número de muertes adicionales podría haber ascendido a 19.8 millones.

Entre otros importantes organismos más que dependen de la Secretaria de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, están la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés), los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS, por sus siglas en inglés), todos afectados en mayor o menor medida por los recortes de personal y presupuestarios impulsados por la administración de Trump.

También vale la pena recordar que Robert F. Kennedy Jr. es fundador de Children’s Health Defense, una organización sin fines de lucro que difunde información falsa en contra de las vacunas y de la fluoración del agua, impulsando, entre otras peligrosas mentiras, la muchas veces desacreditada afirmación de que las vacunas provocan autismo, algo que se ha demostrado científicamente que no es verdad.

Es lamentable constatar, una vez más, cómo las creencias y los intereses personales y de grupo, y las agendas políticas, pasan por alto decenios de evidencia científica y de logros en salud, poniendo en crisis los avances conseguidos arduamente a lo largo de los años.