Es probable que recuerden un par de notas publicadas recientemente en este medio, en las que abordamos el fuerte impacto que las decisiones de Donald Trump provocarían en los ámbitos de la investigación, la ciencia y la salud, al ordenar brutales recortes financieros e incluso la desaparición de instituciones y organismos gubernamentales norteamericanos dedicados a la búsqueda de nuevas terapias farmacológicas y a la ayuda humanitaria.
De manera enunciativa, pero no limitativa, porque la lista es larga, vale la pena recordar la cancelación del apoyo que esta importante potencia mundial prestaba a múltiples instituciones e iniciativas humanitarias a nivel mundial, como lo es el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (UNAIDS, por sus siglas en inglés) a través de la iniciativa PEPFAR, destinada a prevenir y contener las infecciones por VIH; la supresión de la membresía que los EE.UU. ostentaban desde 1948 como miembro fundador de la Organización Mundial de la Salud (OMS); la amenaza de retirarse de la Organización de las Naciones Unidas (ONU); la negativa a seguir participando en el Acuerdo de París, o la decisión de nombrar a Robert F. Kennedy Jr., un reconocido personaje antivacunas, y anti ciencia, como Secretario de Salud y Servicios Humanos, entre otras controvertidas decisiones más.
El caso es que Robert F. Kennedy Jr. nos ha dado recientemente dos muestras sobre su falta de conocimientos en salud, y los sesgos equivocados que tiene sobre la ciencia, al asegurar que el autismo es “una epidemia que eclipsa a la del COVID-19”, y que, desde su estrecho punto de vista, considera que esta “epidemia” que los especialistas consideran inexistente, se relaciona directamente con algunas vacunas.
Los médicos aseguran que la conocida postura antivacunas de este personaje lo lleva a conclusiones equivocadas, ya que, si bien es cierto que el número de diagnósticos relacionados con el espectro autista se han incrementado progresivamente, pero no explosivamente, se debe al mejor conocimiento sobre esta condición, y a una mejora sustancial en la calidad, precisión y oportunidad de los diagnósticos; por esto, achacar el autismo a las vacunas o a alguna toxina presente en el ambiente o en los alimentos, negando su origen genético, es tratar de reescribir la historia de la ciencia basándose en creencias personales, y teorías populistas sin fundamento, pero que son enormemente apetitosas para los movimientos antivacunas, y para los amantes de las conspiraciones.
“Es una epidemia. Eclipsa la epidemia de COVID y sus consecuencias porque la del COVID mataba a personas mayores. El autismo afecta a niños y les afecta al comienzo de sus vidas, cuando empiezan a ser productivos, y es algo que les debilita mucho a ellos, a sus familias, a sus comunidades”. Robert F. Kennedy Jr. Declaraciones hechas durante una entrevista en la radio WABC 770 AM, posteriormente recogida por el portal The Hill
El problema, sin embargo, es que Robert F. Kennedy Jr. no es cualquier persona, sino el Secretario de Salud y Servicios Humanos de los EE. UU., entidad gubernamental de la que dependen, entre otros importantes organismos más, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés), los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS, por sus siglas en inglés), además de la revocación de aproximadamente el 83 % de los programas de ayuda al exterior; un poder demasiado grande cuando no se administra correctamente, o no se tiene la experiencia y los conocimientos necesarios.
Por otra parte, y ante los preocupantes brotes de sarampión, Kennedy Jr. ha recomendado tibiamente a las personas que consideren llevar a vacunar a sus hijos contra el sarampión; tibieza que contrasta con el entusiasta reconocimiento que da a los médicos que, fuera de protocolo, prescriben budesonida a sus pacientes infantiles diagnosticados con sarampión, un esteroide usado para el asma, y el antibiótico claritromicina, farmacoterapia que el Dr. Adam Ratner, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas, master en salud pública, y autor del libro Inyecciones de refuerzo. Las lecciones urgentes del sarampión, y el futuro incierto de la Salud infantil, calificó como totalmente inadecuada, declarando: “Estos no son tratamientos para el sarampión. Lo que detiene un brote de sarampión es la vacunación, acción que, en primer lugar, previene que el brote de sarampión ocurra”.
Lo peculiar es cómo a nivel mundial, en cada país, y cada vez con mayor frecuencia, las decisiones sobre la salud se toman desde una agenda política y no científica ni humanitaria, poniendo en riesgo la salud y la vida de millones de personas.
Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF
Fuentes:
YouTube. (16 de abril de 2025).
RFK Jr.’s comments on autism spark backlash from researchers, families.
códigoF. (28 de marzo de 2025).
La debacle sanitaria provocada por los recortes y la cancelación de apoyos a la investigación en salud y a la ayuda humanitaria ordenados por Trump.
códigoF. (28 de enero de 2025).
¿Qué impacto tendrán las decisiones de Donald Trump en el ámbito de la ciencia, la investigación y la salud a nivel global?
Diario Las Américas. (20 de abril de 2025).
Kennedy asegura que el autismo es «una epidemia que eclipsa a la del COVID-19”.
CNN Salud. (11 de abril de 2025).
Robert F. Kennedy Jr. dice que una nueva investigación encontrará la causa de la ‘epidemia de autismo’ para septiembre.