Al final del último trimestre del 2020, un estudio publicado en el New England of Medicine con el título “Clinical Characteristics of Coronavirus Disease 2019 in China”, y sobre el que los autores aceptaban su falta de consistencia, mostraba que del número total de personas ingresadas con COVID-19 en centros hospitalarios de Wuhan y otras localidades de la República Popular China, en su mayoría no eran fumadores, lo que llevó a generar la impresión que, de alguna manera no identificada, los diferentes componentes del tabaco, entre los que destaca la nicotina, parecían producir una menor disposición para adquirir la enfermedad, provocando una gran alegría entre los consumidores habituales de cigarrillos tradicionales, electrónicos, y las compañías tabacaleras.

Esta conclusión, la que chocaba frontalmente con una gran cantidad de información previa con la que sólidamente se ha demostrado que el tabaquismo es un factor de riesgo esencial en el desarrollo y agravamiento de múltiples enfermedades respiratorias, entre otras, se diseminó rápidamente, debilitando el esfuerzo realizado por diferentes organizaciones sanitarias y civiles, por conseguir que cada vez menos personas, sobre todo los jóvenes, adquieran este hábito.

Sin embargo, un estudio publicado el pasado 13 de julio en el Journal of Adolescent Health, con el título “Medical Vulnerability of Young Adults to Severe COVID-19 Illness—Data From the National Health Interview Survey”, realizado por investigadores de la Universidad de San Francisco, EE. UU. con un grupo de más de 8 000 jóvenes entre los 18 y 25 años de edad, participantes en la Encuesta Nacional de Salud, con la que se buscaba determinar los factores de vulnerabilidad médica al desarrollo de la COVID-19 grave, en relación con los indicadores de riesgo establecidos por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., incluyendo las condiciones preexistentes de salud general, y el hábito de fumar, demostraron que, uno de cada tres adultos jóvenes está en riesgo de sufrir COVID-19 grave, y fumar desempeña un papel importante en ese riesgo.

“Fumar puede tener efectos significativos en los adultos jóvenes, que generalmente tienen tasas bajas para la mayoría de las enfermedades crónicas”. Comunicado de prensa del Centro nacional de información de salud para adolescentes y adultos jóvenes, de la Universidad de California.

Las conclusiones del estudio rompen con dos creencias previamente establecidas. La primera es la que aseguraba que los jóvenes eran menos proclives a contagiarse de SARS-CoV-2 o desarrollar la versión más aguda y peligrosa de la enfermedad, y que fumar disminuye las posibilidades de contraerla.

Al respecto, Sally Adams, autora principal del estudio, especialista de la División de Medicina de Adolescentes y Jóvenes Adultos, y Coordinadora de datos y analista del Centro nacional de información de salud para adolescentes y adultos jóvenes, comentó: “La evidencia reciente indica que fumar está asociado con una mayor probabilidad de progresión de COVID-19, incluido el aumento de la gravedad de la enfermedad, la admisión a una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) o la muerte”.

Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF.

Fuentes:

New England of Medicine. (5 de agosto del 2020).
Clinical Characteristics of Coronavirus Disease 2019 in China.

National Adolescent & Young Adult Health Information Center. (5 de agosto del 2020).
1 OUT OF 3 YOUNG ADULTS IS MEDICALLY VULNERABLE TO SEVERE COVID-19 ILLNESS.

Journal of Adolescent Health. (5 de agosto del 2020).
Medical Vulnerability of Young Adults to Severe COVID-19 Illness—Data From the National Health Interview Survey.

University of California, San Francisco. National Adolescent & Young Adult Health Information Center. (5 de agosto del 2020).
Sally H. Adams, PHD, RN.