El pasado 14 de septiembre, la prestigiosa revista de contenido científico The Lancet, publicó el artículo titulado “La Comisión Lancet sobre las lecciones para el futuro de la pandemia de COVID-19”, en el que sustentadas por la investigación realizada por un panel de expertos convocados específicamente para ello, los que analizaron detalladamente las diferentes decisiones y acciones instrumentadas para enfrentar la pandemia del COVID-19, emitieron una batería de observaciones y recomendaciones.

“Este asombroso número de muertos (6.9 millones de muertes reportadas y 17.2 millones de muertes estimadas por COVID-19, de acuerdo con datos proporcionados por el Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud <IHME>, al 31 de mayo de 2022), es tanto una profunda tragedia como un fracaso global masivo en múltiples niveles. Demasiados gobiernos no se han adherido a las normas básicas de racionalidad institucional y transparencia, demasiadas personas, a menudo influenciadas por la desinformación, han faltado al respeto y protestado contra las precauciones básicas de salud pública, y las principales potencias del mundo no han colaborado para controlar la pandemia”. The Lancet. Lecciones para el futuro de la pandemia de COVID-19.

La Comisión de The Lancet, enumera las múltiples fallas de la cooperación internacional, entre las que destaca:

  1. la falta de notificación oportuna del brote inicial de COVID-19;
  2. retrasos costosos en el reconocimiento de la vía crucial de exposición en el aire del SARS-CoV-2, y en la implementación de medidas apropiadas a nivel nacional y mundial para frenar la propagación del virus;
  3. la falta de coordinación entre los países con respecto a las estrategias de supresión;
  4. la incapacidad de los gobiernos para examinar la evidencia y adoptar las mejores prácticas para controlar la pandemia, y gestionar los efectos económicos y sociales de otros países;
  5. el déficit de financiamiento global para los países de bajos y medianos ingresos (LMIC), según la clasificación del Banco Mundial;
  6. la falta de garantía de suministros globales adecuados y distribución equitativa de productos clave, incluidos equipos de protección, diagnósticos, medicamentos, dispositivos médicos y vacunas, especialmente para los países de ingresos bajos y medianos;
  7. la falta de datos oportunos, precisos y sistemáticos sobre infecciones, muertes, variantes virales, respuestas del sistema de salud y consecuencias indirectas para la salud;
  8. la aplicación deficiente de los niveles apropiados de regulaciones de bioseguridad en el período previo a la pandemia, lo que aumenta la posibilidad de un brote relacionado con el laboratorio;
  9. la falta de lucha contra la desinformación sistemática; y
  10. la falta de redes de seguridad globales y nacionales para proteger a las poblaciones en situación de vulnerabilidad.

Lo interesante, y que se detona como una respuesta políticamente correcta a los argumentos esgrimidos por The Lancet, es el documento de posición publicado por la OMS al día siguiente (15 de septiembre), en el que si bien es cierto considera valiosas algunas de las aportaciones, e incluso coincide con algunas de ellas, asegura que existen múltiples omisiones clave, y malas interpretaciones en el informe.

“A través de sus Comisiones, The Lancet convoca a socios académicos para identificar los temas más apremiantes en ciencia, medicina y salud global, con el objetivo de producir recomendaciones para cambiar la política pública o mejorar la práctica. Las Comisiones de Lancet representan informes detallados, generalmente realizados durante 2 o 3 años, y se someten al riguroso proceso de revisión por pares de The Lancet”.

Algunos de los puntos en los que coinciden la OMS y The Lancet:

  • Impulsar firmemente el papel central de la OMS en el ámbito de la salud mundial.
  • Incrementar sustancialmente el presupuesto básico de operación de la OMS.
  • Aumentar el persistente financiamiento bajo de las Naciones Unidas.
  • La necesidad de flexibilizar los rígidos principios rectores de la propiedad intelectual.
  • La falta de financiamiento sostenible para los países de ingresos bajos y medianos.
  • El “nacionalismo excesivo”, que condujo a la inequidad vacunal.
  • El fortalecimiento de la bioseguridad, para ayudar a disminuir tanto como sea posible, los riesgos biológicos, y gobernar de manera segura la investigación de doble uso.
  • La importancia del multilateralismo, la solidaridad y la cooperación frente a las pandemias, y el papel clave que desempeñan los propios países.

“La OMS acoge con beneplácito las recomendaciones generales del informe de la Comisión COVID-19 de The Lancet sobre: Lecciones para el futuro de la pandemia de COVID-19, que se alinean con nuestro compromiso de una mayor preparación, prevención, preparación y respuesta ante pandemias a nivel mundial, regional y nacional. Al mismo tiempo, hay varias omisiones clave y malas interpretaciones en el informe, sobre todo con respecto a la emergencia de salud pública de importancia internacional (PHEIC, por sus siglas en inglés) y la velocidad y el alcance de las acciones de la OMS”. WHO responds to The Lancet COVID-19 Commission.

Sin embargo, la postura expresada por los miembros de la Comisión de The Lancet es sin ambages afilada, y aunque no ponen abiertamente en la picota a la OMS, consideran que su actuación frente a la pandemia, fue dubitativa, lenta, parcial e insegura, mostrándola como un organismo corto de miras, y de logros. Por otra parte, los hallazgos califican negativamente la ineficaz actuación de los líderes políticos de múltiples gobiernos nacionales para la adopción acelerada de las medidas científicas y sociales recomendadas para frenar la expansión del virus, y a los organismos financieros internacionales una pobre, inadecuada y parcial respuesta a las necesidades económicas acarreadas por el impacto económico de la pandemia, sobre todo en las naciones de ingresos bajos y medianos.

“Este informe de la Comisión tiene como objetivo contribuir a una nueva era de cooperación multilateral basada en instituciones sólidas de la ONU para reducir los peligros del COVID-19, prevenir la próxima pandemia y permitir que el mundo logre los objetivos acordados de desarrollo sostenible, derechos humanos y paz, que los gobiernos se comprometen a perseguir como miembros de la ONU. Dirigimos este informe de la Comisión a los estados miembros de la ONU, las agencias de la ONU y las instituciones multilaterales, y los procesos multilaterales como el G20 y el G7. Nuestro objetivo es proponer guías para fortalecer el sistema multilateral para hacer frente a las emergencias mundiales y lograr el desarrollo sostenible. Al emitir este informe, elogiamos el excelente trabajo de muchos estudios internacionales importantes que han precedido al nuestro, en particular los del Panel Independiente para la Preparación y Respuesta ante Pandemias y el Panel Independiente de Alto Nivel del G20 sobre Financiamiento de los Bienes Comunes Globales en Preparación y Respuesta ante Pandemias”. The Lancet. Lecciones para el futuro de la pandemia de COVID-19.

Buscando defender sus logros, la OMS, respondió: “Muchas de las recomendaciones de la Comisión se alinean con las recibidas en los últimos dos años de los órganos de revisión establecidos por la propia OMS, como el Panel Independiente para la Preparación y Respuesta ante Pandemias (IPPPR), el Comité Independiente de Supervisión y Asesoramiento para el Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS ( IOAC) y el Comité de Revisión del RSI, así como evaluaciones de otras entidades. Como somos una organización de aprendizaje, establecimos un tablero de recomendaciones de estas iniciativas y otras para rastrear su implementación por parte de la OMS y otros”. Aclarando que la Comisión no transmite una visión amplia y completa de la respuesta inmediata, plurianual y salvavidas de la OMS, poniendo a disposición de aquellos a quienes interese, la lista completa y detallada de las medidas adoptadas por la OMS durante la respuesta a la COVID-19, en la cronología interactiva.

Los hallazgos clave de la investigación realizada por la Comisión de The Lancet

  • El origen proximal del SARS-CoV-2 sigue siendo desconocido. Hay dos hipótesis principales: que el virus surgió como un contagio zoonótico de la vida silvestre o un animal de granja, posiblemente a través de un mercado húmedo, en un lugar que aún no se ha determinado; o que el virus surgió de un incidente relacionado con la investigación, durante la recolección de virus en el campo o a través de un escape asociado al laboratorio. Los comisionados sostuvieron diversos puntos de vista sobre las probabilidades relativas de las dos explicaciones, y ambas posibilidades requieren más investigación científica. La identificación del origen del virus ayudará a prevenir futuras pandemias y fortalecerá la confianza pública en la ciencia y las autoridades públicas.
  • La OMS actuó con demasiada cautela y con demasiada lentitud en varios asuntos importantes: advertir sobre la transmisibilidad humana del virus, declarar una emergencia de salud pública de importancia internacional, apoyar los protocolos de viaje internacionales diseñados para frenar la propagación del virus, respaldar al público uso de máscaras faciales como equipo de protección, y para reconocer la transmisión aérea del virus.
  • Cuando el brote se dio a conocer a nivel mundial a principios de enero de 2020, la mayoría de los gobiernos de todo el mundo fueron demasiado lentos para reconocer su importancia y actuar con urgencia. Fueron principalmente los países de la región del Pacífico Occidental de la OMS, preparados por su experiencia con el síndrome respiratorio agudo severo, los que reaccionaron con urgencia al brote y que, en general, siguieron una estrategia de supresión que condujo a una mortalidad acumulada baja, aunque la variante omicron (B. 1.1.529) ha estado deshaciendo algunas de estas ganancias.
  • La coordinación entre los gobiernos fue inadecuada en las políticas para contener la pandemia, incluidos los protocolos de viaje para frenar la transmisión global del virus, las estrategias de prueba, las medidas sociales y de salud pública, las cadenas de suministro de productos básicos, los estándares de datos y los sistemas de informes, y el asesoramiento al público, a pesar de la altísima interdependencia entre los países.
  • El control de la epidemia se vio seriamente obstaculizado por la oposición pública sustancial a las medidas sociales y de salud pública de rutina, como el uso de máscaras faciales que se ajustan adecuadamente y la vacunación. Esta oposición refleja una falta de confianza social, poca confianza en los consejos del gobierno, inconsistencia en los consejos del gobierno, poca alfabetización en salud, falta de suficientes intervenciones de cambio de comportamiento y extensas campañas de desinformación en general, y desinformación en las redes sociales. Las políticas públicas tampoco han aprovechado las ciencias sociales y del comportamiento; hacerlo habría llevado a una implementación más exitosa de las intervenciones de salud pública y ayudado a aumentar la confianza social, la prosocialidad, la equidad y el bienestar. En muchos casos, las políticas y la toma de decisiones no han sido informadas por síntesis de evidencia sólidas y continuamente actualizadas.
  • Las políticas públicas no abordaron adecuadamente los efectos profundamente desiguales de la pandemia. Los grupos con una gran carga incluyen a los trabajadores esenciales, que ya están desproporcionadamente concentrados en comunidades minoritarias y de bajos ingresos más vulnerables; niños; mujeres que enfrentan pérdidas de empleo, seguridad e ingresos, exacerbadas por las consecuencias adversas del cierre de escuelas; personas que viven en entornos congregados, como prisiones u hogares de ancianos, especialmente en las poblaciones de mayor edad; personas que viven con condiciones crónicas y discapacidad; indígenas; migrantes, refugiados y poblaciones desplazadas; personas sin acceso a servicios de atención médica asequible y de calidad; y personas que enfrentan las cargas de un largo COVID.
  • Entre los países de ingresos altos, aquellos con sistemas nacionales de salud fuertes y resistentes, incluidos los sistemas de salud pública que complementan la atención médica clínica, en general han tenido mejores resultados para abordar el COVID-19 y mantener los servicios de salud no relacionados con la pandemia. En los países de bajos y medianos ingresos (LMIC, por sus siglas en inglés), donde los sistemas de salud tienden a carecer de recursos y estar fragmentados, se observaron mejores resultados cuando se aprovecharon las experiencias previas con brotes y epidemias, y cuando los recursos basados ​​en la comunidad, en particular la salud comunitaria. trabajadores— se utilizaron para respaldar la capacidad de detección y rastreo de contactos y el fomento de la confianza dentro de las comunidades.
  • El rápido desarrollo de múltiples vacunas ha sido un triunfo del sistema de investigación y desarrollo, y el resultado de una larga inversión y cooperación pública y privada. Sin embargo, la falta de un enfoque multilateral y coordinado por parte de los gobiernos para gestionar los derechos de propiedad intelectual, la transferencia de tecnología, la financiación internacional, la asignación de vacunas de las empresas farmacéuticas multinacionales y el apoyo a la producción de vacunas en los países de ingresos bajos y medianos para su uso en esos países, se ha producido en un gran costo en términos de acceso inequitativo a las vacunas.
  • La recuperación económica depende de mantener altas tasas de cobertura de vacunación y bajas tasas de nuevas infecciones clínicamente significativas por COVID-19, y de políticas fiscales y monetarias para mitigar los efectos socioeconómicos de la pandemia y prevenir una crisis financiera. El financiamiento global de emergencia del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo desempeñó un papel saludable, aunque se justificaron flujos financieros mucho mayores de las regiones de ingresos altos a las de ingresos bajos.
  • El proceso de desarrollo sostenible se ha retrasado varios años, con una profunda financiación insuficiente de las inversiones necesarias para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y los objetivos del Acuerdo Climático de París. En la mayoría de los países, la pandemia desvió los recursos y la atención de las políticas de los objetivos a más largo plazo, lo que revirtió el progreso hacia los ODS en muchos países.

Como cierre, consideramos que la controversia entre la Comisión de The Lancet y la OMS, sobre las acciones tomadas u omitidas al enfrentar la pandemia de COVID-19, aportan elementos de análisis, poniendo en evidencia la necesidad de diseñar e implementar cambios políticos, sociales, industriales y económicos, que nos permitan enfrentar los meteoros sanitarios por venir.

Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF.

Fuentes:

The Lancet. (14 de septiembre del 2022).
The Lancet COVID-19 Commission.

The Lancet. (14 de septiembre del 2022).
The Lancet Commission on lessons for the future from the COVID-19 pandemic.

World Health Organization. (15 de septiembre del 2022).
WHO responds to The Lancet COVID-19 Commission.

World Health Organization. (15 de septiembre del 2022).
Timeline: WHO’s COVID-19 response.