La malaria o paludismo es una enfermedad que se transmite a los seres humano por la picadura de mosquitos hembras del género Anopheles infectadas por parásitos del género Plasmodium y aunque el padecimiento es prevenible y curable cuando se actúa con oportunidad y precisión, la falta de atención lo hace potencialmente fatal.

De acuerdo con información obtenida de la Organización Mundial de la Salud (OMS), un par de años atrás (2016) hubo 216 millones de casos de paludismo diagnosticados en 91 países, lo que significó un aumento de aproximadamente 5 millones con respecto al año inmediato anterior.

La malaria es una enfermedad febril aguda cuyos síntomas generalmente aparecen entre los 10 y 15 días siguientes a la picadura de un sujeto no inmunizado por el mosquito portador.

Lamentablemente, reconocer oportunamente los síntomas primarios (fiebre, dolor de cabeza y escalofríos) puede no ser tan simple, si estos se presentan inicialmente leves, perdiendo la oportunidad de actuar rápidamente. Si la malaria no se trata en las primeras 24 horas, el paludismo por Plasmodium falciparum puede agravarse hasta provocar un daño multiorgánico, lo que frecuentemente concluye con la muerte del sujeto afectado.

Los niños con enfermedad grave suelen manifestar uno o más de los siguientes síntomas: anemia severa, sufrimiento respiratorio relacionado con la acidosis metabólica o paludismo cerebral. Para complicar aún más el diagnóstico oportuno, es frecuente que en las zonas donde el paludismo es endémico, las personas adquieran una inmunidad parcial, haciendo que las infecciones sean asintomáticas.

En el caso específico de la malaria, la Región de África ostenta tristemente el cuasi monopolio negativo, acumulando el 90% de los casos y el 91% de los fallecimientos ocurridos durante el 2016.

A nivel financiero, la inversión realizada en la búsqueda para el control y la eliminación de esta enfermedad alcanzó en ese mismo año la cifra de US $ 2700 millones, de los que el 31% fueron aportados por los gobiernos de los países endémicos.

Entre los grupos de edad que presentan mayores riesgos de contraer la enfermedad están los lactantes, los niños menores de cinco años, las embarazadas, personas con VIH/sida, emigrantes no inmunes de zonas endémicas, los viajeros y los grupos de población itinerante. cinco especies de parásitos causantes del paludismo en el ser humano, si bien dos de ellas – Plasmodium falciparum y Plasmodium vivax – son las más peligrosas.

En la lucha contra la malaria, se utilizan, entre otras medidas: fármacos profilácticos que detienen la infección en su fase hemática y previenen la enfermedad, mosquiteros con insecticidas de acción prolongada, fumigación de las viviendas con insecticidas de acción residual (FIAR) y la vacuna RTS,S/AS01 (RTS,S) —conocida también como Mosquirix®— vacuna inyectable que proporciona una protección parcial contra el paludismo en niños pequeños y que está siendo evaluada en el África subsahariana como instrumento de control complementario que podría añadirse (pero no reemplazar) al paquete básico de medidas preventivas, diagnósticas y terapéuticas recomendadas por la OMS.

En este ámbito, la noticia más reciente y prometedora es el desarrollo de una estrategia de eliminación de las familias de mosquitos transmisores de la enfermedad, a través de la técnica de edición genética CRISPR-Cas9.

En un artículo publicado el 24 de septiembre del presente año en la revista Nature Biotechnology, con el título: “A CRISPR–Cas9 gene drive targeting doublesex causes complete population suppression in caged Anopheles gambiae mosquitoes”, los científicos responsables del estudio comparten dos estrategias diferentes de edición genética para disminuir la capacidad reproductiva de los mosquitos, lo que finalmente llevaría a la extinción de las especies intervenidas.

Este último concepto es muy importante, ya que no se trata de acabar con las más de 3500 especies de mosquitos existentes en nuestro planeta, sino únicamente con aquellas que son transmisoras de la malaria, por lo que no existe la mínima posibilidad de alterar las cadenas tróficas en las que estos insectos están insertos.

Para comprobar su teoría, los científicos llenaron dos recipientes con una mezcla de 300 mosquitos hembra, 150 machos no alterados y 150 machos modificados genéticamente. La herencia del gen alterado se transmitió a todos los mosquitos en la séptima generación, dejando a la octava y última generación incapaz de producir descendencia. La segunda población tardó 11 generaciones en desaparecer de manera similar.

Los investigadores aclaran que aún quedan por resolver múltiples y complejos aspectos técnicos y científicos antes de poder reproducir exitosamente y a gran escala este procedimiento tan ambicioso.

Por: Manuel García Rodríguez

Fuentes:

Organización Mundial de la Salud.
Paludismo.

Our World in Data. Malaria.
Max Roser y Hannah Ritchie.

Nature Biotechnology. A CRISPR–Cas9 gene drive targeting doublesex causes complete population suppression in caged Anopheles gambiae mosquitoes.