En términos generales, la inmensa mayoría de las personas sabemos y aunque sea a grandes rasgos, lo que son y para qué sirven estos formidables fármacos, a los que debemos agradecer que millones de seres humanos y animales no contraigamos alguna enfermedad específica y fallezcamos o quedemos discapacitados de por vida, como consecuencia directa de la misma, lo que hace varios decenios era impensable.
Si nos remontáramos tan solo un siglo en la historia de la humanidad, sabríamos que la difteria (enfermedad infecciosa aguda epidémica, ocasionada por la exotoxina proteica producida por Corynebacterium diphtheriae -bacilo de Klebs-Löffler) se cobraba anualmente, y tan solo en los EE. UU., alrededor de 10 000 vidas al año; y que en las décadas de los cuarentas y los cincuentas, la poliomielitis (enfermedad muy contagiosa causada por un virus que invade el sistema nervioso y puede causar parálisis en cuestión de horas), se robó la movilidad de las piernas e incluso la existencia de miles de niños menores de cinco años (principales víctimas de la enfermedad), quienes fallecían por parálisis de los músculos respiratorios, pero que en caso de lograr sobrevivir, se veían obligados a utilizar de por vida en sus extremidades inferiores, unas estructuras metálicas tristemente célebres.
Gracias a la vacunación, la poliomielitis, o polio, está prácticamente controlada, pero no erradicada.
Para poner en un contexto mensurable los beneficios combinados que las dos vacunas contra la polio han traído conjuntamente a la humanidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que más de 16 millones de personas habrían quedado paralizadas y 1.5 millones fallecido a consecuencia de la enfermedad, si no hubieran sido inoculadas oportunamente.
La pintora Frida Kahlo contrajo poliomielitis a los seis años, viéndose obligada a permanecer en cama durante 9 meses, dejándole como secuela de por vida la pierna derecha más delgada que la izquierda. Cuatro de sus obras más famosas ligadas a la enfermedad y a la soledad de su infancia son: Cuatro habitantes de Ciudad de México (1938), Niña con máscara de muerte o Ella juega sola (1938) y Día de los Muertos.
Edward Jenner, el padre de la inmunología.
Si bien es cierto que en la India, China, África y Turquía ancestrales, por mencionar solamente algunos países, se realizaban algunas prácticas empíricas para evitar la viruela, la falta de bases y conocimientos científicos profundos y su inexistente estandarización las hacían procedimientos inciertos además de peligrosos.
Una de las prácticas mas comunes en Europa antes de la invención de la vacuna contra la viruela desarrollada por el investigador, médico rural y poeta inglés Edward Jenner, era la variolización o variolación (inoculación de la viruela) la que consistía en practicar una incisión en la piel del individuo, poner en la herida quirúrgica polvo de las costras ocasionadas por la viruela, cerrar la incisión y dejar a la persona aislada hasta que la enfermedad le atacara de manera leve atendiendo sus síntomas, hasta lograr su recuperación, lo que en algunos casos no ocurría.
Jenner sabía por experiencia, que las mujeres que ordeñaban a las vacas eran generalmente inmunes a la viruela, lo que lo llevó a postular la hipótesis de que adquirían esa protección por el contacto casual y repetido con la pus de las ampollas de las vacas portadoras del virus de la viruela bovina, una enfermedad similar a la viruela, pero mucho menos virulenta, protegiéndolas de la adquisición de esa enfermedad.
Los términos vacuna y vacunación se derivan de variolae vaccinae (viruela de la vaca), término acuñado por Edward Jenner para denominar a la viruela bovina. Lo utilizó en 1798 en su obra «Una investigación sobre las causas y los efectos de las variolae vaccinae», en la que describió el efecto protector de la viruela bovina contra la viruela humana. En 1881 y en honor a Jenner, el químico y bacteriólogo francés Louis Pasteur propuso que los términos deberían ampliarse para denominar a todas las nuevas inoculaciones de protección que entonces se estaban desarrollando.
Para comprobar su hipótesis, Jenner inoculó a James Phipps, el hijo de ocho años de su jardinero, raspando el pus de las ampollas de la viruela de las manos de Sarah Nelmes, una lechera infectada de la viruela vacunada por una vaca llamada Blossom (cuya piel ahora cuelga en la pared de la biblioteca de la escuela de medicina de San Jorge, en Tooting). El procedimiento le ocasionó al niño fiebre ligera e inquietud, pero ninguna infección grave. Para demostrar si el menor había quedado efectivamente protegido de la viruela, Jenner lo sometió al procedimiento de variolación (el que en ocasiones suponía contraer la grave enfermedad), sin que se le manifestara ningún síntoma. Posteriormente el pequeño fue expuesto a material variolico sin verse afectado.
El principio básico de las vacunas es el de enseñar al sistema inmunitario a identificar rápidamente al patógeno invasor y combatirlo.
¿Qué tipos de vacunas existen?
Vacunas vivas atenuadas: para la elaboración de este tipo de vacunas se utiliza una forma debilitada (o atenuada) del patógeno que causa la enfermedad.
Ya que estas vacunas son tan similares a la infección natural que ayudan a prevenir, crean una respuesta inmunitaria fuerte y de larga duración, por lo que entre una y dos dosis de la mayoría de las vacunas vivas ofrecen protección durante toda la vida.
Sin embargo, las vacunas vivas tienen algunas limitaciones: al contener una pequeña cantidad de un virus vivo debilitado, algunos perfiles de personas, como las que tienen sistemas inmunitarios comprometidos por alguna enfermedad o condición pre existente, podrían no ser candidatos a las mismas.
Deben mantenerse en frío, por lo que no se pueden transportar sin contar con un sistema que las mantenga a la temperatura indicada, evitando romper la cadena fría.
Las vacunas vivas se utilizan para proteger contra:
- Sarampión, paperas, rubéola (vacuna MMR combinada o triple)
- Rotavirus
- Viruela
- Varicela
- Fiebre amarilla
Las vacunas se administran habitualmente a población sana, sobre todo a niños, por lo que las garantías de seguridad que se les exigen son extremadamente altas. Las consideraciones sobre la seguridad de las vacunas se evalúan con absoluto rigor científico y las decisiones sobre su administración a la población se basan en un conocimiento preciso del cociente beneficio/riesgo de cada una de ellas, garantizando que los beneficios de la vacunación para los individuos y para la comunidad sean claramente superiores a los riesgos, considerando, además, la carga socio sanitaria, la morbilidad y la mortalidad de la enfermedad que se busca prevenir con ellas.
Vacunas inactivadas: utilizan la versión muerta del germen que causa una enfermedad, y no suelen proporcionar una inmunidad tan fuerte y sostenida como la que ofrecen las vacunas vivas, lo que hace necesaria la revacunación como refuerzo.
Las vacunas inactivadas se utilizan para proteger contra:
- Hepatitis A
- Gripe (solo vacuna inyectable)
- Polio (solo vacuna inyectable)
- Rabia
Vacunas de subunidades, recombinantes, polisacáridas y combinadas: utilizan partes específicas del germen, como su proteína, azúcar o cápsula (la carcasa que rodea al germen).
Ya que las vacunas solo utilizan partes específicas del germen, ofrecen una respuesta inmunitaria muy fuerte dirigida a porciones clave del germen. También se pueden utilizar en prácticamente cualquier persona que las necesite, incluso en personas con sistemas inmunitarios debilitados o problemas de salud preexistentes.
La única limitación de estas vacunas, es que posiblemente se requieran vacunas de refuerzo para tener protección sostenida contra las enfermedades.
Estas vacunas se utilizan para proteger contra:
- Enfermedad Hib (Haemophilus influenzae tipo b)
- Hepatitis B
- HPV (virus del papiloma humano)
- Tos ferina (parte de una vacuna DTaP combinada)
- Enfermedad neumocócica
- Herpes Zoster
Vacunas con toxoides: utilizan una toxina fabricada a partir del germen que causa la enfermedad, generando inmunidad contra alguna parte específica del germen en lugar del germen en sí, orientando la respuesta inmunitaria a la toxina, en lugar de a todo el germen.
De igual manera que otros tipos de vacunas, es posible que se requieran vacunas de refuerzo para obtener protección a largo plazo.
Las vacunas con toxoides se utilizan para proteger contra:
- Difteria
- Tétanos
Los nuevos tipos de vacunas en investigación y desarrollo
La vacuna de ADN: está basada en la inyección directa de ácido desoxirribonucleico a través de un plásmido o un vector de expresión. Este ADN codifica la proteína viral antigénica de interés, la que inducirá la activación del sistema inmune. De esta forma se pueden inducir tanto anticuerpos neutralizantes (respuesta humoral) como inmunidad mediada por linfocitos T citotóxicos (respuesta celular).
Vacunas de vectores recombinantes. Mientras las vacunas tradicionales activan el sistema inmunitario gracias al patógeno (o una parte de él), las vacunas recombinantes se diseñan en el laboratorio, utilizando microorganismos que no producen la infección.
Para ello, se introduce dentro de un vector (molécula de ADN utilizada como vehículo para transportar artificialmente material genético extraño a otra célula) cualquiera, generalmente un virus o una bacteria que no causa ninguna enfermedad o porciones del patógeno denominadas antígenos con capacidad inmunogénica, capaces de activar al sistema inmune.
Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF
Fuentes:
Organización Mundial de la Salud.
Poliomielitis.
Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE. UU.
Tipos de vacunas.
OpenMind BBVA.
Vacunas recombinantes contra las nuevas amenazas globales.
Healthy Children’s.
Historia de las vacunas.
Wikipedia.
Vector (molecular biology).
Comité Asesor de Vacunas.
El portal de las vacunas de la Asociación Española de Pediatría. SEGURIDAD DE LAS VACUNAS. CONTRAINDICACIONES Y PRECAUCIONES.