En términos generales, quienes estamos involucrados en el ámbito de la salud sabemos que descubrir una nueva molécula para potencialmente desarrollar un medicamento innovador, implica superar satisfactoriamente todas las pruebas preclínicas y clínicas, integrar sólidamente los expedientes, tramitar y obtener los permisos además de las licencias otorgadas por los organismos de regulación sanitaria de cada país para llevarlo al mercado, promocionarlo y darlo a conocer entre la comunidad médica o los consumidores (en el caso de medicamentos que no requieren prescripción), ganar su confianza, y eventualmente conseguir el retorno de la inversión y obtener recursos frescos para seguir investigando, es una ardua carrera de obstáculos que consume ingentes recursos materiales, intelectuales y humanos durante una década o década y media, la que únicamente concluyen entre el 10% y el 12 % de los candidatos iniciales, sin garantía de sobrevivir a la competencia de mercado.
Es por ello que el denominado reposicionamiento de fármacos, (drugs repurposing en inglés), adquiere cada vez mayor importancia como una actividad científica estratégica paralela, al demostrar con hechos contundentes, que algunos medicamentos previamente aprobados para una indicación específica, pueden ser utilizados para el tratamiento de otras patologías, permitiendo a los médicos tratantes, pero también a los pacientes, acceder en menor tiempo a nuevas opciones farmacológicas para mantener, recuperar o aliviar un padecimiento.
“El valor de la reutilización de medicamentos es acelerar el proceso tradicional de descubrimiento de medicamentos mediante la identificación de un uso clínico novedoso para medicamentos que ya han demostrado ser seguros y efectivos en humanos, y están aprobados para otras indicaciones. Esta estrategia también puede reducir los costes necesarios para el desarrollo de nuevos fármacos, con notables ahorros en las fases preclínicas I y II. El fundamento de la reutilización de fármacos radica en el hecho de que las mismas vías moleculares pueden estar involucradas en diferentes enfermedades”. frontiers in Pharmacology.
Para no ir más lejos, y a modo de ejemplo, les recordamos que durante el transcurso de la pandemia ocasionada por el SARS-CoV-2, algunos medicamentos que ya estaban en el mercado, como la dexametasona, un fármaco descubierto a mediados de la década de los 50’s, obtuvo de múltiples entes regulatorios la autorización para uso de emergencia, al demostrar que mejoraba el pronóstico para salvar la vida de pacientes internados en estado crítico por COVID-19, permitiendo a los médicos añadirla a su arsenal terapéutico en un tiempo récord.
“Entre otros usos médicos, a la dexametasona se le prescribe como antiinflamatorio e inmunosupresor para el tratamiento de la inflamación y para diversas enfermedades autoinmunes, entre las que podemos mencionar la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico, la artritis juvenil idiopática, poliarteritis nudosa, diversos trastornos del tracto respiratorio, y también en pacientes de cáncer sometidos a quimioterapia para contrarrestar ciertos efectos secundarios de su tratamiento, como los tumores cerebrales primarios o metastásicos, con una potencia demostrada entre 20 y 30 veces mayor que la de la hidrocortisona y entre 4 y 5 veces más que la prednisona. La dexametasona no combate directamente a la infección de COVID-19, pero evita la reacción exagerada del sistema autoinmune, la que por su violencia y extensión, conduce a la muerte a algunas de las personas”. códigoF.
Si consideramos que una fracción sustancial de los diez a quince años requeridos para el desarrollo de un medicamento que llega a manos de los médicos o pacientes, se consume en la búsqueda de una molécula prometedora, y en la realización de las pruebas preclínicas y clínicas, indispensables para demostrar si cumple con la eficacia esperada y la forzosa seguridad, entre otras más, podremos apreciar con mayor claridad las ventajas de buscar el reposicionamiento de “fármacos en activo”, por decirlo de alguna manera, proceso facilitado sustancialmente con el uso de las nuevas tecnologías y el big data.
Vale la pena considerar también, que el reposicionamiento de fármacos eventualmente ayudará a encontrar medicamentos eficaces para algunas enfermedades raras, las que por su baja incidencia no cuentan actualmente con tratamientos específicos.
Sin embargo, y para cerrar esta nota, es importante no banalizar esta actividad, ya que si bien es cierto que algunas etapas fueron superadas con éxito, y esto implica un importante ahorro de tiempo y recursos, es probable que el reposicionamiento de un medicamento requiera que sea reformulado, o que su forma de administración y dosis cambien, por mencionar solamente algunos de los puntos a solucionar, antes de dotarlo de nueva vida.
Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF.
Fuentes:
Ministerio de Ciencia e Innovación / Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). (S.f.).
Nuevos usos para viejos medicamentos.
Wikipedia. (s.f.).
Reposicionamiento de medicamentos.
Intech Open. (26 de abril del 2020).
Drug Repurposing (DR): An Emerging Approach in Drug Discovery.
frontiers in Pharmacology. (6 de noviembre del 2020).
Challenges for Drug Repurposing in the COVID-19 Pandemic Era.
códigoF. (22 de junio del 2020).
Un estudio clínico desarrollado en el Reino Unido, demuestra que la dexametasona mejora el pronóstico de supervivencia de pacientes en estado crítico por COVID-19.
códigoF. (16 de marzo del 2021).
La Cofepris autoriza el uso de emergencia del remdesivir en México.
códigoF. (19 de agosto del 2021). La OMS evalúa simultáneamente en 52 países tres medicamentos existentes, atendiendo a su potencial capacidad para disminuir el riesgo de muerte en pacientes hospitalizados con COVID-19.