Durante el transcurso del año hemos publicado varias notas sobre los avances conseguidos para devolver la capacidad motriz a personas tetrapléjicas cuyas extremidades inferiores habían quedado paralizadas como consecuencia de un accidente que interrumpió la comunicación entre su cerebro y sus piernas, así como el logro para devolver a un paciente con Parkinson la posibilidad para andar con seguridad y confianza, sin sufrir congelamientos ni caídas.
Estos hitos han sido conseguidos por un perseverante equipo de científicos liderados por el neurocientífico Grégoire Courtine, miembro de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), Suiza; la neurocirujana Jocelyn Bloch, del hospital universitario de la misma ciudad; y el doctor Eduardo Martín Moraud, entre otros profesionales más.
En el caso de los tetrapléjicos, el procedimiento creó un puente para “brincar” la lesión en la médula espinal que interrumpía la comunicación entre el cerebro y los músculos de las piernas, restableciendo el contacto entre el emisor y el receptor a través de una interfaz cerebro-columna vertebral (BSI) implantada en los pacientes.
En el caso del paciente con Parkinson avanzado, la cirujana en jefe del equipo implantó unos electrodos en la médula espinal del paciente conectados inalámbricamente a un estimulador neuronal subcutáneo colocado en el abdomen, programado para enviar impulsos eléctricos a la médula del paciente, lo que le permitió recuperar la capacidad para caminar.
La noticia que hoy compartimos con ustedes se ubica también en el ámbito de invenciones electrónicas destinadas a mejorar la calidad de vida, pero, en este caso, dirigido a quienes han sufrido la pérdida de sus capacidades cognitivas a causa de lesiones cerebrales traumáticas de moderadas a graves, lo que les impide llevar una vida normal.
El dispositivo tecnológico fue desarrollado por un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford, en los EE. UU., y en términos llanos, se puede explicar como un electrodo cerebral que se implanta quirúrgicamente en el cerebro, y que posteriormente es calibrado cuidadosamente para estimular eléctricamente las redes neuronales afectadas por la lesión, lo que devuelve, en diferentes medidas, y dependiendo de la gravedad de la lesión, las capacidades perdidas, como la memoria, la concentración, el humor, y la locomoción normal que habían sido perdidas.
Es necesario aclarar que el procedimiento, aunque altamente prometedor, apenas cubrió una primera etapa de investigación, en la que fueron enrolados seis sujetos de estudio, de los que cinco completaron con éxito el protocolo, y uno fue dado de baja por incumplimiento.
Los accidentes que habían afectado las capacidades cognitivas de los participantes habían ocurrido entre 3 y los 18 años previos, lo que muestra el amplio espectro temporal en el que el procedimiento puede operar con éxito. Las cinco personas que concluyeron el estudio alcanzaron entre un 15% y un 52% de mejoría desde el punto de referencia, superando por mucho las expectativas de los investigadores.
Es cierto que para conseguir que esta invención alcance el estatus de tratamiento todavía hay mucho camino que andar, pero la esperanza para aquellos que han visto mermadas sus capacidades cognitivas por una lesión traumática, es hoy más prometedora que nunca antes.
Por: Manuel Garrod, miembro del Comité Editorial de códigoF
Fuentes:
Nature Medicine. (4 de diciembre de 2023).
Thalamic deep brain stimulation in traumatic brain injury: a phase 1, randomized feasibility study
códigoF. (30 de mayo de 2023).
Devolver la locomoción a personas tetrapléjicas es posible
códigoF. (13 de noviembre de 2023).
Volver a caminar con normalidad: un sueño hecho realidad para un paciente con Parkinson, y la esperanza para otros discapacitados por la enfermedad
códigoF. (6 de diciembre de 2018).
El artículo “Los implantes cerebrales permiten a los monos paralizados volver a caminar” genera una sólida esperanza de que estos hallazgos sean trasladados a seres humanos con daño en la médula espinal.